Habréis visto
como algunas horas se quedan colgando en el reloj
como si tuvieran miedo.
Habréis observado, sin duda
como hay minutos que se esparcen
y se quedan fijos como un agravio.
Cómo, sin embargo,
hay días que pasan de largo
y apenas figuran en el calendario.
O noches que perduran más allá de las semanas
y asoman como buitres
que roen la carroña y se nutren de los despojos.
Os habréis dado cuenta, seguro,
que hay momentos tan eternos
como una maldición
y años tan leves como una sonrisa de verano.
Y es que, amigos míos
Dios hizo el mundo en seis días y el séptimo descansó,
parece ser que aun descansa.
sábado, 28 de agosto de 2010
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