viernes, 27 de agosto de 2010

UN MUÑECO DE FARÁNDULA

No lo conocemos pero él sí nos conoce,
lúcida y perfectamente.

Lleva sus designios en la punta de los dedos.
con ellos nos señala, nos seduce, nos salva o nos condena.

Desde algún lugar nos observa
como quien va al teatro a ver las marionetas.

Incide por pura diversión del desatino,
por puro divertimento de su soledad.

Somos su experimento, su indagación.
sus ensayos de laboratorio, sus pruebas y tanteos,
sus títeres de la farándula, sus enanos de circo,
actores de un destino que se cambia y muda por puro capricho,
como una película de guión variable,sin argumento decidido,

un libreto que se escribe y reescribe
por etéreo antojo
sin más importancia que fumarse un cigarrillo.

Nos convenció en algún momento de divino etílico
que somos seres vivos,
que pensamos, que estamos, que decidimos,
incuso nos incrustó sobre los ojos
dos depósitos de lágrimas saladas para cuando llegue el caso.

y, en su desvarío, la breve capacidad de amar,
de recordar el olvido y olvidar el recuerdo.

Hasta que nos corta las rodillas, los brazos, la esperanza,
nos deja ciegos, sin palabras, ahumados,
con el pensamiento difuso, con las manos como cirios,
con la conciencia sumergida en un pozo,
con el alma como una gallina
que cacarea antes de ser guisada en pepitoria.

Para que otro día un nuevo muñeco ocupe este lugar.

Aunque en realidad eso sería darnos demasiada importancia,
seguramente ni Dios sabe que existimos,
ni por qué, ni para qué, ni para cuando.

La cual cosa es de agradecer

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