Me duele la escarcha
de este silencio que me llega sin decir nada.
Me apaño en un avispero de palabras olvidadas.
Si sacudo los brazos con energía
esparzo a mis pies memorias y algún recuerdo
que
como gigantes en el mar de los Sargazos
se hunden inexorables en el descuido.
La primavera asesinó impunemente
el aire helado de las mañanas
y ya no es posible
acurrucarse junto al fuego
y dormir plácidamente sin nada que soñar