miércoles, 18 de mayo de 2011

UN BARCO DE VELA



Escribí una carta, punteando mis silencios entre las palabras.
La escribí seguido, la cerré y busqué su destinatario.
Permanece en mi bolsillo y sólo de vez en cuando se mueve un poco reclamando su viaje.
Pero los días se cruzan con las semanas
y mi carta permanece.
Sin ir más lejos
el otro día enfilé una calle y justo en la esquina dos adolescentes se besaban.
Y hoy, sin querer la cosa, un recuerdo se me quedó quieto justo en las pestañas, lo  cierto es que no sé muy bien qué hacer con él.
Quizás lo añada a la carta como un “estrambote” fin de curso o algo así.
Pero la carta ya está cerrada, lista para el correo y no voy a rasgar un sobre y estropear su inexistente caligrafía.
Cuando regrese a casa, cerraré la ventana que da a la calle, encenderé un cigarrillo y esperaré.

1 comentario:

  1. Caligrafía inexistente, recuerdos adheridos a las pestañas, silencios punteados, palabras, carta sin destinatario reclamando viaje, espera interminable...

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