La piel y los árboles más huérfanos
invaden espacios de aves peregrinas.
Déjame amor los besos pálidos
que adolecen en la madrugada,
como manos amanecidas
de escasa presencia.
La calle y sus casas inclinadas
se despiden a cada paso.
Déjame amor un pedazo de futuro
para el mar y la playa más adolecida.
Detrás de colinas y montañas lejanas
una música de levedad aérea
se abre paso entre los árboles
de otoños sin espera.
Déjame amor, amarte sin pausa
incluso en la ausencia,
sábado, 9 de enero de 2010
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