Un amaranto azul
fue degollado en un amancer impreciso
por turbas enloquecidas.
Sus pétalos metálicos esparcidos al viento
y sus raíces llevadas a la hoguera.
En su lugar se edificó una fábrica de aspirinas,
financiado por capital alemán,
idóneas para el dolor de cabeza y otros males.
sábado, 2 de mayo de 2009
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